La Biblioteca Nacional en papel, la historia e importancia de sus publicaciones
En el año 1929 se instalaban en estos subterráneos la imprenta y el taller de encuadernación de la Biblioteca Nacional. Varios maestros especialistas trabajaban en el taller, marcando un alto estándar en la calidad de los libros que se imprimían y encuadernaban; pero la jefatura la ejercía el alemán Hugo Neiser. Las máquinas se trajeron también desde Alemania.
Las labores de imprenta de la Biblioteca tenían ya bastante antigüedad, ya que hay libros que datan desde 1886 fruto del trabajo de estos talleres. Otro alemán, Luis Steter, trabajó en los primeros talleres de impresión y encuadernación de la Biblioteca.
Los trabajos de publicación de la Biblioteca Nacional están atados a su historia. La responsabilidad de ser guardianes de la memoria a través de los archivos y colecciones se conectan a la necesidad de realizar publicaciones que acerquen este material al público. En enero de 1913 se imprime el primer número de la Revista de bibliografía chilena y extranjera, completo resumen de las principales publicaciones aparecidas, tanto en el país como en el extranjero y que sería fundamental para establecer un sistema de orden y búsqueda dentro de las colecciones de la Biblioteca.
Dos años después, el director Emilio Vaisse publica Bibliografía General de Chile, una obra fundamental para la historia literaria nacional. Esta fue fruto de un trabajo extenso de Vaisse en la recopilación y orden de ediciones que por esos años comenzaba a ser muy necesaria para aquellos que trabajaban y visitaban la Biblioteca.
Cuentos de guerra y otras páginas de Daniel Riquelme, publicado en 1931 se vino a sumar a la robusta bibliografía histórica de la Biblioteca, principalmente alimentada por la colección Medina. El trabajo de Riquelme tenía un estilo más literario, pero de todas maneras entregaba gran cantidad de material sobre, principalmente, la Guerra del Pacífico, de manera recopilada, lo que era de gran utilidad para los investigadores. Incluso Riquelme adhirió una sección humorística sobre el tema.
Para 1959, si bien el edificio de la Biblioteca Nacional aún no se encontraba totalmente terminado, ya se tenía una actividad expositiva muy importante. Las publicaciones hicieron eco de este trabajo, y ese año vio la luz el Catálogo de la exposición bibliográfica e iconográfica Humboldt y su época sobre Alejandro von Humboldt. Este fue un trabajo en conjunto con la Universidad de Chile, y demuestra la importancia del trabajo expositivo de la Biblioteca, y la necesidad de las publicaciones como una guía para el público. Además la misma publicación servía como una introducción al trabajo del geógrafo, astrónomo y explorador prusiano, considerado una de las mentes más brillantes del siglo XIX.
En 1964, el entonces director de la Biblioteca Nacional, Guillermo Feliú Cruz, edita “Las publicaciones de la Biblioteca Nacional 1854-1963”. Este fue una adaptación del informe elevado al Ministerio de Educación y que registra las publicaciones aparecidas en Chile durante ese periodo y que cumplieron con el requisito del depósito legal. Como herramienta investigativa esta publicación ha sido más que relevante. En ella se pueden encontrar los títulos que se buscan, si es que están efectivamente en la Biblioteca y su ubicación específica. Como se puede ver, con algunas excepciones, las publicaciones de la Biblioteca trataban de ser una herramienta para los usuarios, y establecer ciertos índices de búsqueda. Ya sea de exposiciones o de material bibliográfico, se pensaba en el usuario, y en mejorar su experiencia al relacionarse con los archivos y colecciones.
Pero las publicaciones de la Biblioteca también han tenido una relevancia y contenido narrativo y literario. En 1963 el mismo Feliú Cruz creó la revista “Mapocho”, con una mirada cultural muy amplia, incluyendo distintos ámbitos de las artes y el conocimiento, en la búsqueda de crear un espacio de reflexión y discusión desde la misma Biblioteca para todo el público. La revista tiene escritores invitados de diferentes especialidades, pero sin jamás transformarse en una revista netamente académica. Hasta hoy la revista sigue siendo referente en el mundo de las humanidades y es una de las publicaciones históricas de la Biblioteca.
Desde noviembre de 2014 la revista Mapocho pasó a ser publicada por el nuevo proyecto de la Biblioteca, "Ediciones Biblioteca Nacional". Esta editorial, creada por la jefa de Extensión Cultural, Daniela Correa, y dirigida por el poeta Thomas Harris, ha tomado todos los proyectos de publicaciones literarias de las colecciones y los archivos. Hoy tiene 5 colecciones: Patrimonial, Historia y Ciencias Sociales, Arte, Diseño y Fotografía, Patrimonio Inmaterial y Dramaturgia; además de contar con varias publicaciones fuera de colección como los 8 tomos de la Obra Reunida Gabriela Mistral, El cuaderno perdido de Claudio Gay, Caravana parda, de María Isabel Peralta, Un hombre, unos ojos negros y una perra lanuda, de Nicomedes Guzmán o Adán, de Vicente Huidobro, entre muchos otros.
Si Ediciones Biblioteca Nacional tomaba las publicaciones literarias, el trabajo académico y de investigación quedó, desde 1990, en manos del Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, dirigido en la actualidad por el Premio Nacional de Historia Rafael Sagredo. Hasta 2024 el Centro ha publicado más de 500 títulos, entre los que destaca la Historia General de Chile de Diego Barros Arana, la Biblioteca Fundamentos de la Construcción de Chile, reedición de 100 títulos que dieron a conocer nuestro país, contribuyendo a la formación de la nación, la organización de la república y el desarrollo general de Chile, proyecto desarrollado por La Cámara Chilena de la Construcción, la Universidad Católica de Chile y el Servicio Nacional del Patrimonio Cultural, o los 73 volúmenes de la colección Sociedad y Cultura. Una publicación monumental por su extensión e importancia fue Umbral de Juan Emar. La Biblioteca terminó su publicación con los cinco "pilares" o libros: "El globo de cristal"; "El canto del chiquillo", "San Agustín de Tango", "Umbral" y "Dintel".
El Centro de Investigaciones Diego Barros Arana también ha trabajado con otras colecciones y archivos de la Biblioteca en publicaciones de investigación y difusión. Vale destacar acá dos títulos realizados con el Archivo Fotográfico y Audiovisual. El primero es “Instantes memorables. 100 años de fotografía minutera en Chile” del año 2019, que recorre la historia de la fotografía minutera también conocida como «de cajón», y el año 2024 la publicación de "Benedicto Rivas. Del registro al álbum fotográfico de Cholchol 1910-1940", libro que recorre el ejercicio fotográfico de Rivas, de gran relevancia histórica tanto por su calidad como por la importancia de las comunidades mapuches en las mismas imágenes. Este autor plasmó, a través de sus fotografías, los cambios y continuidades que vivió su entorno durante las tres primeras décadas del siglo XX.
El trabajo de la Biblioteca Nacional en el área de publicaciones ha sido largo y fundamental en la relación de las colecciones y archivos con los ciudadanos. Las publicaciones han sido una herramienta preponderante para conectar el acervo de la Biblioteca con el mundo. Al mismo tiempo las publicaciones van creando un legado de la misma Biblioteca, que sobrevivirá a todos los que han trabajado, trabajan o trabajarán en sus archivos y colecciones.
Tal vez si este legado es reflejado de manera perfecta en una de las últimas publicaciones de Ediciones Biblioteca Nacional. Se trata de “El niño que subió la escalera” un cuento infantil con texto de Claudio Aguilera, jefe del Archivo de Láminas y Estampas, e ilustrado por Gabriela Lyon. Se trata de la historia de un niño que entra por primera vez a la Biblioteca Nacional y descubre los increíbles tesoros que aquí se encuentran. Ambientada en los años 20, la publicación tiene relación con la celebración de los 100 años desde que abrió la primera sala de atención al público en el actual edificio de la Biblioteca, la Sala Infantil. Este trabajo es un fiel reflejo de cómo la institución no solo es un lugar de resguardo del patrimonio, sino un espacio que pertenece a todos los ciudadanos, y cuya memoria viaja a todos los rincones gracias al trabajo de cientos de personas que han trabajado en el traslado del conocimiento al formato libro.
Si bien la imprenta ya no funciona en los subterráneos de la Biblioteca -la tecnología ha hecho que estos procesos sean tercerizados- el trabajo de las publicaciones goza de excelente salud, relevancia y se proyecta al futuro como una herramienta indispensable para la conexión de la Biblioteca con todos las chilenos y chilenas, así como con nuestros usuarios del extranjero.