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POESÍA EN BOGOTA: BREVE CRÓNICA SOBRE UN ENCUENTRO

Escribe Tomás Harris

POESÍA EN BOGOTA: BREVE CRÓNICA SOBRE UN ENCUENTRO

Publicado el 06/06/2005
Reflexiones en torno al XIII Festival Internacional de Poesía en Bogotá, realizado en Colombia durante el mes de mayo.

[!c:Por Tomás Harris Poeta e investigador Archivo del Escritor, Biblioteca Nacional] Bogotá, a pesar que nos recibe con un cielo cerrado y amenazante, me parece más tranquilo, menos convulsionado que en visitas anteriores. Igual el centro histórico sigue siendo un abigarrado laberinto de callejuelas coloniales, libreros de viejo, almacenes donde venden los infaltables dulces de arequipe y de guayabas, mucho boliche para rumbear día y noche, el murmullo de los ballenatos que llenan la imaginación de desamor y violencia y el cuerpo de ritmo que uno no es capaz de llevar: contraste entre el deseo y la muerte, el ritmo y la agonía, la urbanidad y la guerra silenciosa. Y eso es lo que se lee o escucha en la poesía colombiana actual, la de poetas como Rafael del Castillo Matamoros, organizador del encuentro y director de la revista [!c:Ulrika] que lo patrocina; Omar Ortiz, que parafraseando los poemas de [!c:Spoon River], de Edgar Lee Master, da cuenta en epitafios imaginarios de la actual pesadilla de esas tierras calientes, las matanzas, las venganzas de los narcos o los paramilitares, la cotidiana muerte que se ha tomado los espacios rurales y las grandes zonas del país y que de tanto en tanto se deja caer sobre las ciudades, Bogotá o Medellín, similar a la que leemos en las novelas de Fernando Vallejo, como [!c:La virgen de los sicarios] o [!c:El desbarrancadero]. También tenemos la oportunidad de escuchar a quien es por ahora uno de los mejores poetas de la generación del '60 hispanoamericanos: Juan Manuel Roca, y a Jotamario Arbeláez, último sobreviviente del movimiento Nadaísta, una suerte de [!c:beats] sudacas que tenían su máximo exponente en la voz de Gonzalo Arango. Tengo, además, la oportunidad de hacerme de la obra poética completa de León de Greiff, uno de los grandes poetas de principios de siglo que tuvo una larga producción hasta los años '70, y de Porfirio Barba Jacob, a quien el mismo Fernando Vallejo hizo una biografía espléndida que se puede encontrar en Chile editada por Alfaguara. Chile es el país invitado y se realizaron tres sesiones de conferencias sobre nuestra poesía, a cargo de los poetas que conformaban el [!c:team] chileno: Gonzalo Millán, Eduardo Llanos, Teresa Calderón, María Inés Saldívar, José María Memet y yo. Se debatió y leyó en la Biblioteca Nacional de Bogotá, que fue la sede del encuentro, en universidades tanto estatales como privadas y en el legendario Instituto Caro y Cuervo situado en el barrio de La Candelaria, ceca del hotel donde alojamos. En las ponencias e intervenciones pudimos ver, desde la perspectiva de la poesía chilena, sus contextos, su desarrollo, contingencias y bruscos giros que le perpetró la Historia; que chilenos, colombianos, mexicanos, peruanos, argentinos y venezolanos tenemos más en común que lo que sospechamos; que al hablar de la poesía chilena en la época de la dictadura militar, estábamos hablando no sólo de Chile y sus vecinos, Argentina y Uruguay, sino también de los estados de guerras 'silenciosas' y terrorismo interno, por ejemplo en El Salvador o toda la región de Chiapas a la que representaba el poeta Juan Bañuelos, cuya obra [!c:El traje que vestí mañana], inhallable en Chile, poetiza con maestría una visión de Chiapas, la guerra, el amor y la solidaridad en un estado de violencia perpetuo, la magia y el mito vivos como espacios de resistencia y redención. El interés del público y de los otros poetas y académicos asistentes se centra, fundamentalmente, en nuestra experiencia como poetas en estado de sitio, la dispersión de los creadores en el exilio forzado u opcional, la poesía escrita por mujeres, surgida desde los años '80 hasta ahora, que inevitablemente acarrea otra visión sentimental del mundo, la escritura de poetas mapuches en mapudungún, o los espejismos de una supuesta neo vanguardia como resistencia a la dictadura. Además la permanente incógnita: ¿qué viene ahora en lo países vecinos? ¿qué quieren romper o continuar los poetas jóvenes? ¿o es realmente joven la poesía escrita por los jóvenes poetas? También se recuerda a Neruda, Huidobro y la Mistral. Y el poeta español Eduardo Moga presentó una ponencia sobre Rosamel del Valle, Humberto Díaz-Casanueva y el emergente Javier Bello, como representantes de una tradición órfica en nuestra lírica. En estos encuentros uno recuerda q