LEYENDAS DE ESPÍRITUS VERSUS REALIDAD FANTASMAL
Se necesitan sólo algunos ingredientes para poder preparar un mito. Y la Biblioteca Nacional posee algunos de los más interesantes componentes de una receta, que más temprano que tarde, terminan formando una leyenda. Sobre todo si esos ingredientes no han sido nunca desmentidos ni comprobados. Se toma un antiguo convento de monjas, templo y cementerio incluidos. Se agregan luces que encienden y apagan, a voluntad de quién sabe quien. Se incorpora una pizca de sillas que giran solas. Finalmente, como la cereza de la torta, se debe mezclar con todo lo anterior a algunas personas que ya no están (léase fallecieron), pero que conversan, toman manos y hasta fuman con los funcionarios. EL INICIO En 1913 se inició la construcción del edificio que ahora alberga a la Biblioteca Nacional. Es decir que la estructura va a cumplir 100 años dentro de poco. Tiempo suficiente al decir de Justo Alarcón para que maduren los rumores y cuchicheos que traen como mensaje el avistamiento de una figura fantasmal. A lo anterior hay que sumar que en 1980 se desenterraron algunos cadáveres cuando se realizaron excavaciones en la calle Mac Iver, junto a la Biblioteca. El mito del cementerio de monjas no era ya más un mito. Justo Alarcón reunió estas historias y algunas otras en su artículo titulado [!C:¿Fantasmas en la Biblioteca Nacional?] el nuevo número de la revista Patrimonio Cultural, que en esta ocasión tiene como tema central a La Ciudad. Usted puede leer el artículo redactado por Justo Alarcón en el archivo pdf que se encuentra al final de esta noticia. Además, puede comprar la revista Patrimonio Cultural en la Biblioteca Nacional, Alameda 651 y en quioscos.